El mejor colegio del mundo
Desde el principio, la cosa no pudo ir mejor. Cuando en marzo de 2009 la Dirección Provincial de Educación le propone al colegio Sagrado Corazón Hermanas Salesianas (en la carretera de Arcos) la apertura de un aula específica para alumnos con autismo, el equipo directivo, aún sabiendo que la experiencia podía ser compleja, «acepta encantado», según Francisco Gómez, director del centro en funciones. La larga tradición de este centro en integración de estudiantes con discapacidad le avalaba. El resto llegó de la mano de todo el profesorado, empeñado en que el proyecto saliera adelante. Pasado el primer trimestre, el balance es magnífico.
Aunque todo el mundo ha echado el resto -Junta, colegio, familias, Autismo Burgos-, los verdaderos protagonistas de esta historia son Marcos Vázquez, Ricardo García, los mellizos Raúl y Pablo Domingo, David Saldaña y Cristopher Bombín, seis niños de entre tres y cinco años con esta discapacidad que, por primera vez en Castilla y León, van a un colegio normalizado en el que tienen una atención adaptada a sus necesidades y en el que su aprendizaje está yendo como un tiro: «Raúl dejó de usar el pañal en un mes y su hermano aunque un poco más tarde, también lo ha hecho. Han aprendido muchísimo en este trimestre, imagínate lo contenta que puedo llegar a estar».
Quien habla es Silvia Calvo, madre de los mellizos, que se deshace en halagos hacia todo el mundo. Después de que sus hijos acudieran el año anterior a un colegio convencional sin atención específica ha notado una gran diferencia. «Les veo contentísimos, son más autónomos a la hora de comer, al ir al servicio y casi para vestirse -aún les queda el ‘casi’-; estoy encantada con la experiencia. Los avances son pequeños, cosas del día a día, pero los valoramos muchísimo. Les pongo a todos los que han hecho esto posible una matrícula de honor, sobre todo a las profesoras».
Los seis chavales están escolarizados en dos aulas, su horario es el mismo que el del resto de los estudiantes y comparten con ellos las actividades lúdicas, el recreo o las excursiones. Sus educadoras Nieves Fernández y Nuria Corrales, expertas en autismo, trabajan de forma coordinada con el resto del claustro y proponen al centro diferentes actividades. «La presencia de estos grupos en el colegio no supone ya ninguna novedad, ningún sobresalto; es como si no estuvieran, lo que es un signo de normalidad», cuenta Raquel Ayuso, profesora de Infantil. Y es que, en lo único que se notan estas dos aulas es en el beneficio que le han supuesto a toda la comunidad educativa, formada por 330 alumnos de Educación Infantil, Primaria y Secundaria, el profesorado y las familias: toda una lección de tolerancia que llega de manos de los propios chavales, que han aceptado a los nuevos compañeros de mil maravillas: «Hemos aprendido mucho de ellos, lo llevan con total naturalidad e incluso te dan estrategias de trabajo», explica Nieves Fernández.
Porque una vez superada la natural curiosidad, los niños con autismo están siendo arropados y mimados por sus compañeros: «Creo que es la manera de que los alumnos aprendan a aceptar a todo el mundo, a conocer que todos somos distintos, que tenemos una distinta forma de ser y que atentar contra un chaval que tiene una discapacidad es más grave, si cabe», precisa Francisco Gómez, que recomienda vivamente a otros colegios que inicien una experiencia como ésta.
La evolución de los críos en el aula está siendo muy buena y los padres la siguen día a día a través de un diario en el que las profesoras relatan pormenorizadamente todos los detalles de su vida escolar. Han mejorado en conducta, en adquisición de conocimientos, en autonomía... elementos imprescindibles para un mejor desarrollo posterior ya que si en algo insisten los expertos es en lo fundamental que resulta la atención temprana.
Con este objetivo, Autismo Burgos propuso hace ya un par de años a la Consejería de Educación de la Junta la creación de estas aulas específicas en colegios ordinarios, que funcionan hace tiempo en otras comunidades autónomas. El propio consejero, Juan José Mateos, escuchó de primera mano la argumentación de los profesionales en la visita que hizo a sus centros en 2008, e inmediatamente se iniciaron las conversaciones que culminaron con la escolarización de Marcos, Ricardo, Raúl, Pablo, David y Cristopher.
Javier Arnáiz, orientador del colegio El Alba, de Autismo Burgos, afirma que, además de que esta forma de educar es la mejor para los chavales con autismo, los colegios propios de esta discapacidad ya no dan abasto. Y es que la incidencia del trastorno es cada vez mayor: nuevos estudios hablan de uno por cada 166 nacidos y el año pasado en Burgos se diagnosticaron 18 casos de trastornos del espectro autista. Arnáiz destaca también cómo todo el mundo creyó en el proyecto desde el principio.
Raquel Peña, asesora de Atención a la Diversidad de la Dirección Provincial de Educación, resalta la apuesta que hizo el director, Enrique de la Torre, y cómo el colegio se ha volcado. Dice que se siente especialmente orgullosa de esta experiencia y, al igual que los profesores y que los profesionales de Autismo Burgos, apuesta porque se incremente el número de aulas. La madre de Raúl y Pablo también lo espera. Sus hijos ahora están encantados. Pero no sabe qué ocurrirá cuando los niños terminen Educación Infantil.